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CRÓNICA: "OPERACIÓN PALOSA"

Partida hostil de ajedrez en Blanco y Negro

REDACCIÓN PORTAL ETE

22 de marzo del 2023

 

Soy reportera en una cadena de televisión nacional desde hace siete años. En esta ocasión, mi compañero el operador de cámara y yo nos enfrentamos a una experiencia muy distinta a lo que entendemos por ‘zona de comfort’. Nos han asignado una cobertura en plena zona de conflicto al suroeste de Europa, entre los Pirineos y el Mar Mediterráneo. Las tropas del Ejército de Tierra español ya están desplegadas en el área. 

 

Es la primera vez que narraremos un suceso como periodistas empotrados en la misión. Los nervios me aguijonean el cuerpo sin saber a qué atenerme. Tras recibir el encargo por parte de los responsables del medio, nos personamos en el lugar todo lo rápido que podemos. No llevamos más material que una cámara, un micrófono y nuestros teléfonos móviles. Me hubiera gustado contar con más información sobre el terreno, pero la actualidad no entiende de plazos.

Nos acercamos a un grupo de militares del Ejército de Tierra. Intercambio algunas frases con ellos para comenzar a recoger datos sobre la situación. Mi compañero, mientras tanto, graba imágenes del entorno. 

Uno de los militares se identifica como sargento Albacete (clica para escuchar la entrevista completa). Le explicamos quiénes somos y de qué cadena venimos, y nos situamos junto al resto del pelotón. Portamos un casco de protección sujeto bajo la barbilla. En la esquina derecha de nuestros chalecos se puede leer en mayúsculas la inscripción "Prensa". 

Sobre el campo, nos cuenta cómo van a actuar en la denominada “Operación Palosa” (clica para conocer más sobre esta maniobra). Esto me permite comprender que hay dos países con una larga tradición de enemistad: Blanco y Negro. Son regiones marcadas por la inestabilidad política, la disputa por la pertenencia del territorio y los efectos colaterales del tráfico de drogas. Se sabe que una de las naciones ha dado un paso hostil, y ha secuestrado a un trabajador con estatus diplomático.

 

Con todo ello en mente, deben intervenir con celeridad. Según recibimos estas instrucciones, nos situamos junto al sargento y el resto de militares en posición de espera tras los árboles.

 

Tengo que hacer un esfuerzo por reconocer dónde se ha colocado cada uno de ellos, ya que se camuflan a la perfección con el escenario boscoso. Algunos están tendidos en el suelo, con las piernas separadas y las manos empuñando un arma. Otros aguardan tras los troncos de madera, con la rodilla derecha clavada en la tierra. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Guardamos silencio. De fondo resuenan disparos, y ocasionalmente se entrecruzan voces distorsionadas a través  de la radio. Otras unidades están desplegadas por puntos más alejados del poblado, aunque aquí me siento como si estuviéramos solos

El sargento nos da luz verde para avanzar a la siguiente localización con cautela. Lanza algunas señales a sus hombres y, en perfecta sincronía, avanzan uno tras otro.

 

Albacete insiste en que no nos demoremos, y se asegura de que no nos quedamos atrás. Corremos cuanto nos permite la mochila y el equipo de seguridad hasta llegar a una calle repleta de viviendas. Algunas presentan un aspecto deteriorado, con escombros por doquier.

 

En otras, la maleza se ha abierto paso por lo que en algún momento fueron puertas y ventanas. Es el momento de saltar por el hueco de una de las instalaciones. El sargento sigue intercambiando indicaciones por la radio y verifica que puede dar paso a cada uno de sus compañeros. Estos obedecen sin detenerse.

Los militares en posición de espera tras los árboles. Créditos de imagen: Irene Mireia Vera

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Tan pronto como logramos acceder a la vivienda los militares empiezan a rastrear cada rincón y a comunicarse por la radio. En una de las estancias sorprenden a un civil

 

Se trata de un hombre de mediana edad que viste de chándal. Alterado, vocea que esta es su casa, y alega que no entiende qué estamos haciendo aquí. Uno de los militares lo tumba en el suelo con las manos en la espalda para cerciorarse de que no porta nada peligroso encima. Boca abajo, el civil grita que no sabe de qué le están hablando, y les ordena que abandonen su casa de inmediato. Sus palabras no surten efecto en los militares.

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Un militar cachea a un civil mientras su compañero permanece atento. Créditos de imagen: Irene Mireia Vera

Tomo nota de esta actualización  y el cámara tira varios planos al sospechoso. Entre medias, al sargento le comunican vía radio que ha habido una baja. “Uno de los vuestros”, señala. Dado que solo estamos el operador de cámara y yo, pienso automáticamente en otros profesionales de la información que puedan estar cubriendo la zona. No me viene ningún nombre ni cara conocida a la memoria, pero deseo para mis adentros que no haya que lamentar víctimas.

 

El ruido ensordecedor de un helicóptero Chinook sobrevolando nuestro refugio me obliga a mirar hacia el cielo mientras la enorme sombra negra me tapa la luz. Ha pasado tan cerca que siento como si me hubieran sacudido. El cámara, tan predispuesto como siempre, no ha perdido la oportunidad de grabar imágenes de ello. 

 

El responsable de esta unidad aprovecha para detallar qué hacer cuándo falla la radio como sistema de comunicación. “Hay otros modos de saber que un lugar es seguro para avanzar, o si ya está despejado. Por ejemplo, mediante pañuelos de colores que se colocan a la vista”, añade.

 

Con la mano dentro del guante señala cuál es el recorrido a seguir sobre el mapa plastificado. Las ubicaciones llevan atribuidas letras y números para ahorrar confusiones. Asimismo, arroja al aire una granada de humo que sirve para dispersar a los enemigos antes de proseguir.

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El sargento Albacete explica la ruta a seguir con ayuda del mapa. Créditos de imagen: Irene Mireia Vera

ATENCIÓN BAJO EL FUEGO

Al doblar una esquina nos topamos con un hombre que está envuelto en una manta térmica sobre el cemento. Varios militares se han agachado a socorrerlo, y uno de ellos le está ayudando a parar la hemorragia externa. Más tarde descubro que estas técnicas se conocen como “care under fire” o CUF, y que son unas pautas de atención médica en combate.

 

Pegada a su cuerpo se encuentra la ficha médica que agilizará los procesos de atención una vez que la víctima sea trasladada al centro médico más próximo. En momentos así, ganar unos pocos minutos puede trazar la línea entre la vida y la muerte.

 

Permanece inmóvil y con los ojos cerrados cuando caminamos a su lado. Una vez que las urgencias ya están atendidas, hay que tirar hacia el siguiente puesto. 

 

Otra carrera más, con nuestras botas golpeando el terreno blando de hierbas y barro. Rodeamos la casa y nos parapetamos tras los muros. La respiración se me acelera, pero no evita que tome nota sobre el lugar en el que me hallo. Entramos de golpe. Mi compañero está a mi lado, de cuclillas mientras apunta con la cámara a las estancias de la casa.

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Un militar herido en combate. Créditos de imagen: Irene Mireia Vera

DE NUEVO LIBRE

Veo a uno de los -presuntos- secuestradores con el arma y el pasamontañas, apoyado sobre la pared. En otra habitación, varios militares colocan a otro sospechoso de rodillas con la cabeza contra el muro. 

 

Me percato de que la persona secuestrada también se encuentra allí con vida. Entre las cuatro paredes resuenan las órdenes de los militares, los gritos de los secuestradores y los pasos moviéndose por el área. Les interrogan, y los capturadores tratan de zafarse de ellos. Demasiado tarde. Ya han sido retenidos y el rehén podrá regresar a su hogar. Con vida.

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